el Colectivo Historias Desobedientes - por: Leticia Molina


Un reconocimiento reflexivo hacia el Colectivo Historias Desobedientes
Por Leticia Molina
Quienes tienen el hábito del ejercicio crítico del pensamiento, les ocurre a veces que la actividad reflexiva se ciñe a la práctica de la denuncia y al intento de propagar la noticia sobre esos hechos. Suele ocurrir que esa actitud se convierte en estilo de vida o en militancia política, y con frecuencia se cae en la impotencia y en el pesimismo.



Quisiera destacar en esta nota, que el anhelo de vivir en una sociedad más justa, el deseo de ver que se cumplan los derechos humanos, cada día más ultrajados, impide valorar suficientemente sucesos de gran magnitud histórica que, al no ponerse de relieve y difundirse con la misma pasión con la que se hacen las denuncias de la injusticia, quedan opacados o en la sombra, corriendo el riesgo de diluirse en el espacio y en el tiempo. Pues se trata de acontecimientos que los medios de comunicación hegemónicos, por supuesto,  ocultan o niegan. En consecuencia, en la mayor parte de la  población es como si tal suceso no estuviera ocurriendo o no hubiera ocurrido. Entre esos acontecimientos se enmarca la irrupción en nuestro país, del Colectivo  Historias Desobedientes.
El 6 de junio de 2019  fue presentado en Mendoza el libro Escritos desobedientes. Historias de hijas, hijos y familiares de genocidas por la Memoria, la Verdad y la Justicia, de Liliana Furió y otrxs. Cuatro integrantes de Historias Desobedientes de Argentina y Chile,  movimiento gestado en el dolor que comparten frente a la decisión de romper la relación filial con un padre maltratador y asesino, miraron de frente a un público -en gran parte, familiares de las víctimas- conmovidos, con lágrimas en los ojos. Y los presentes en el acto los miramos comprensivamente, acompañando el sufrimiento. Fue un momento (que se repite en varias provincias y también fuera del país) de una envergadura histórica cuyas consecuencias en el futuro, nadie puede dimensionar. Pero, sin dudas,  se trata de un hecho culturalmente  crucial.
En medio del individualismo alimentado por la sospecha y la desconfianza hacia el otrx, ocurre un acto que pone de manifiesto la posibilidad efectiva de  tejer lazos de profunda solidaridad. Por otro lado, este conjunto de hombres y mujeres llenos de coraje, quiebran la histórica intangibilidad de la familia tradicional, su sacralidad tantas veces sostenida sobre la mentira y el ocultamiento.
“Honrarás a a tu padre y a tu madre”, ordena uno de los Diez mandamientos sellados en la tabla de Moisés. Irónicamente, Nietzsche replica “¡Honor y obediencia a la autoridad, incluso a la autoridad torcida!”. Los mandatos culturales y religiosos marcan a fondo la consciencia moral, y cuando son malsanos, producen sufrimiento inútil y debilitan la fuerza liberadora, o por el contrario pueden incrementar el deseo de dominar a lxs otrxs. Nietzsche comprueba su eficacia y denuncia la ilegitimidad de rendir honores y obediencia a quien inviste la autoridad sin merecerla en absoluto.
Han transcurrido dos milenios y algo más desde que la Iglesia instituyó el mandato. Han transcurrido muchos años ya desde que grandes pensadores, entre los que se encuentran Marx y Nietzsche – quienes, si bien presentan profundas diferencias en lo político, coinciden en su visión desenmascaradora de la moral burguesa- denuncian la faz hipócrita y sometedora de la Iglesia. Pero la legislación argentina todavía “restringe la posibilidad de hijos, hermanos y padres de declarar en contra de un familiar (artículos 178 y 242 del Código Penal) [1]; aunque este sea un asesino, y no cualquier asesino. En este caso estamos frente a una especie de monstruos; así se podría categorizar a los genocidas cuyo accionar en diferentes planos, con diferentes instrumentos y recursos participaron en los crímenes de lesa humanidad. Esa valoración de la familia tradicional que la cultura occidental consolidó, además ha venido acompañada de rechazo y desprecio hacia toda otra configuración familiar. La escuela mendocina aún distingue los niños y niñas que pertenecen a una “familia normal” (es decir: mamá, papá, hijxs) de aquellxs, cuya familia está constituida de otrx modo. Y hoy se condena socialmente algunas modalidades familiares diferentes a la tradicional. Es de tener en cuenta -aunque no sea posible inteligir todas las implicancias que el hecho entraña- el insondable significado que el grito de la verdad de nuestros desobedientes conlleva.
Pablo Verna es hijo del médico anestesista que participó de los vuelos de la muerte, aplicando una inyección que paralizaba el cuerpo de la víctima antes de ser eyectado desde el avión. Desde los primeros años del retorno de la democracia en los 80 Pablo viene indagando y tratando de conocer cada vez más a fondo la historia de su padre biológico, lo cual no define un vínculo, subraya. En la entrevista periodística afirma: “Saber quién es tu padre hace a tu identidad. Decidir qué hacer con esa información me autodefine. Yo decidí pararme en la vereda de enfrente a los genocidas…Con los compañeros y compañeras del colectivo estamos rompiendo la barrera de silencio a nivel social y a nivel judicial. A todos los familiares de genocidas les digo que se puede romper ese mandato de silencio, que no hay que seguir escondiendo el horror... Pablo redactó el proyecto de ley para modificar los artículos 178 y 242 del Código Penal”[2].
El Colectivo leyó una Presentación en la apertura del “Primer Encuentro Internacional de Historias Desobedientes”, el día 24 de noviembre de 2018. Cito algunos pasajes:

“En mayo de 2017, después del fallo de la Corte Suprema de Justicia conocido como el “2x1”, muches de nosotres empezamos a buscar la manera de alzar la voz, entendiendo el retroceso que el gobierno actual estaba llevando a cabo en materia de Derechos Humanos. A partir de publicaciones en la prensa, nos dimos cuenta de que no éramos les úniques con estas inquietudes y comenzamos a encontrarnos…. Comenzaron entonces a llamarnos de diferentes medios nacionales e internacionales y comenzaron también a contactarse otras hijas, hijos, nietas y nietos, hermanos y sobrinos de genocidas…”
Hemos enfrentado el desafío de funcionar colectivamente, priorizando la fuerza que nos ha dado el encontrarnos, saber que nunca más estaremos solas ni solos.  Hemos crecido con formaciones y costumbres muy endogámicas, venimos de familias muy cerradas.
… Entendemos que nuestra potencia radica en dos aspectos fundamentales: funcionar colectivamente y plantarnos en la posición ética que nos define: Repudiar el accionar de nuestros familiares genocidas…
Creímos en Dios, en la familia y en nuestros padres. Acatamos por miedo o por amor todo lo que pudimos y nos esforzamos más en seguir creyendo. Hasta que ya no pudimos más y la verdad nos explotó en la cara...Porque la verdad duele, pero una vez que se conoce ilumina el camino a seguir y no hay posibilidad de dar marcha atrás…”
Para concluir retomo otra sentencia de Nietzsche, cuando afirma que lo mejor de los seres humanos puede nacer de lo peor. Algo así está pasando con la praxis del Colectivo Historias Desobedientes y es imposible imaginar la  profundidad de la transformación cultural que su accionar producirá en el tiempo. Rindo homenaje a este grupo de mujeres y hombres cargados de coraje ejemplar.