Sobre la Democracia - Trabajo Colectivo


SOBRE LA DEMOCRACIA
Documento de trabajo colectivo

Foro Pensar Horizontes
Mendoza, julio de 2019


Somos un grupo de “viejos” militantes y trabajadores, críticos, a menudo indignados, de las realidades que vivimos. Sabemos que mientras haya chispas de rebeldía, podemos contribuir a transformar la realidad. Pero tenemos que entender sus complejidades para poder transformarla. 



Desde principios de los años 70 venimos cuestionando el sistema capitalista. Nos preguntábamos mucho el ¿por qué? de las cosas, intentando respuestas.  En los ámbitos de trabajadores y estudiantes, esa generación se cuestionó todo, aun la mística. Asistimos a la ola de movimientos de liberación e independencia en Asia, África y América Latina, desde el comienzo y hasta el final. Y experimentamos el cuestionamiento al “sentido común” dominante que tuvo en jaque a todo el planeta.
En los países europeos, terminada la segunda guerra mundial, se había puesto en marcha el Estado de Bienestar, fruto de luchas sociales y pactos políticos ante el “fantasma” del comunismo, iniciándose una etapa de reconstrucción y desarrollo económico y político. Hubo una ampliación de la democracia.  Treinta años después, los referentes del capitalismo empiezan a tejer un nuevo liberalismo en 1973, cuando la influyente Comisión Trilateral atribuye los problemas de gobernabilidad de los países occidentales a un “exceso de democracia” (1). Ahí se funda el neoliberalismo.  Un segundo retroceso se da con la caída del muro de Berlín en 1989, cuando se instala el pensamiento del “fin de las ideologías”.
Cuestionamientos de la democracia que vivimos
La historia de los últimos setenta y cinco años nos muestra que cuando el capitalismo atraviesa una gran crisis, se restringe la democracia.
Con esta preocupación, nos pusimos a leer y discutir escritos sobre la democracia de distintos autores. Algunos son teóricos y/o filosóficos, y nos alertan desde la insuficiencia de la democracia representativa hasta la negación de la posibilidad de que algunos individuos puedan representar a las mayorías. Otros textos son de estadistas, que ambicionan hacer reformas para achicar el abismo que se ha generado entre representantes y representados. Así por ejemplo Vladimir Putin: "No queremos una situación donde la democracia se reduce a un letrero, cuando en vez del 'poder del pueblo' tenemos un divertido show político y un casting de candidatos, cuyos contenidos quedan mermados por las declaraciones enfáticas y las acusaciones mutuas… Tenemos que eludir precisamente de este callejón sin salida, esta tentación de 'simplificar la política', de crear una democracia ficticia para contentar a la gente" (2). O al decir de Jean-Paul Sartre: “Al votar, las personas no están cediendo soberanía a sus representantes – los partidos –, sino que, por el contrario, están renunciando a ‘unirse en un grupo para acceder por ellos mismos a la soberanía’. (…) De este modo, cada uno de esos electores,… solamente escogerá a sus nuevos amos por los próximos cuatro años, sin ver que ese pretendido derecho de voto, no es más que la prohibición de unirse a los otros, para resolver entre todos juntos y por medio de la praxis sus verdaderos problemas” (3).
Una primera cuestión es saber, si los que quieren reformar este aspecto del sistema democrático, al no asociar la debilidad de la democracia con su esencia capitalista, se plantean un límite a esas reformas, precisamente para no llegar a contradecir antagónicamente esa esencia capitalista.
De lo contrario, pueden plantearse (los sectores más progresistas o reformistas) un continuo desarrollo hacia adelante, donde esas reformas podrían traspasar aquel límite y encontrar nuevas maneras de organización social, donde se vaya construyendo a la par del sistema capitalista un modelo distinto. Aunque sería difícil imaginar esa dualidad, dado el nivel de globalización alcanzado.
Creemos que ni el fin de las ideologías, ni el reformismo permanente, como tampoco la irrupción revolucionaria al estilo del asalto al palacio de invierno, sean caminos a transitar para que busquemos nuevas formas de democracia. Quizá puedan emerger nuevos caminos que nos lleven a encontrar esa alternativa  o tal vez sea el momento de intentar imaginar cómo sería aquel tránsito. Cualquiera sea la opción, no cabe duda de que se ha vuelto imperioso cuestionar esta forma "democrática" de gestión de la sociedad.
También vemos que la calidad de la democracia ha ido cambiando dependiendo de los distintos momentos del capitalismo. De qué sectores ejercen el poder y de qué recetas económicas son utilizadas para salvar el sistema y a sus dueños de las crisis cada vez más frecuentes. Hoy, aparentemente la alta burguesía no tiene proyectos, sino que intenta saquear todo lo posible antes de cualquier debacle (lumpen burguesía). 
Los mayores cambios se han dado desde la irrupción y auge del neoliberalismo, en los años 70 y 80. El primer experimento neoliberal se dio en América Latina con la dictadura de Pinochet en Chile, para luego extenderse.  Durante los gobiernos de Reagan, Thatcher, la socialdemocracia europea…, se tomó por asalto al Estado para promover/ instalar las condiciones económicas y extraeconómicas necesarias a la economía de mercado, la competencia, la eficiencia, la liberalización financiera.  Se pasó del “dejar hacer” a una intervención permanente en las instituciones estatales a fin de imponer el paradigma competitivo, gerencial; y poner las grandes orientaciones de la política económica por encima del control democrático (como hizo Macri con el mega Decreto de Necesidad y Urgencia 27/2018)(4). Retrocedieron los derechos sociales conquistados después de décadas y décadas de luchas, se fueron cercenando las libertades y hasta la posibilidad de influir sobre los rumbos económicos.  Con el retorno de las democracias, las transformaciones habían sido tales que hoy los partidos llegan al poder con el voto y luego gobiernan alejándose de los programas o promesas de campaña. Pocas son las experiencias de un control democrático popular sobre las grandes decisiones. ¿Las hay? Quizá fue lo que buscaron las reformas constitucionales en Venezuela y Bolivia al otorgar un rol más dinámico y participativo a las organizaciones populares.
Con el desarrollo de China y el poder de Rusia, el mundo dejó de ser unipolar. La multipolaridad actual sin embargo, mantiene las mismas tendencias de producción, de distribución, de saqueo de los recursos naturales, y de exclusión. Y no hay alternativas reales de cambio que nos permitan mirar algo construido y trabajar para su desarrollo. Excepto el fenómeno Zapatista, como una búsqueda de construcción posible, y que amerita conocer más profundamente.
Hoy se está cosechando gran parte del sentido común que sembró el neoliberalismo en los años 70-80.
El peso del individualismo y del sentido común
La contra-revolución cultural neoliberal de los ‘70-80 logró llegar a las conciencias de las personas e instalar los valores del individualismo, la competitividad, el ser empresario de uno mismo. Margaret Thatcher dijo una vez que el objetivo último no era económico sino llegar al alma de la gente. Muy recientemente y en esa misma línea, Marcos Peña declaró, en un reportaje en la cena del CIPPEC (Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento), que “la campaña electoral no será una batalla por el bolsillo, sino por el alma de la Argentina.”
Según Saúl Feldman, aquí como en otras partes del mundo, el marketing político de la derecha neoliberal trabaja sobre el sentimiento, los deseos y los miedos de las personas, instalando conversaciones sociales alrededor de un puñado de ideas que se expresan como sentido común, ‘el cambio, la necesidad de cambio’, ‘haciendo lo que hay que hacer’... En un contexto cultural global de deterioro de los grandes liderazgos, que exige una simpleza discursiva para acercar a representantes y representados, el macrismo se lanzó a la conquista del sentido común abriendo rendijas hacia el alma de la gente por las que se cuela un nuevo sistema de valores: emprendedorismo en lugar de trabajo genuino, meritocracia en lugar de igualdad de oportunidades, etc. (5).
Antonio Gramsci sostenía que el sentido común es el que prima entre los que no se hacen preguntas, los que se preocupan solo por lo que satisface sus necesidades individuales. Se trata del modo de vivir acrítico.  "El sentido común vulgar (...) es dogmático, ávido de certezas perentorias" (…), es un nombre colectivo, como "religión"; no existe solo un sentido común, pues también éste es un producto y un devenir histórico” (…) “El ‘sentido común’ de una sociedad determinada, está hecho de la sedimentación de diversas concepciones del mundo, de tendencias filosóficas y tradiciones que han llegado fragmentadas y dispersas a la conciencia de un pueblo. De ese ‘sentido común’ se tomarán referencias y ordenamientos que justifiquen o reprueben los actos de la vida pública y privada”.  (…) “el sentido común dominante es el sentido común de las clases dominantes” (6).  Un nuevo sentido común se acercaría a lo que Gramsci denomina el “buen sentido” y tiene que ver con transformaciones de influencias muy arraigadas en todos los ámbitos de pensamiento.
Estamos en un sistema cultural-económico que hace desaparecer lo colectivo y aparecer una individualidad que transforma al otro en mi enemigo.  Así nos lo decía Juan Pablo Gayá, de Radio Cuyum-Mendoza, al relatarnos la experiencia de esta radio comunitaria: pese a los ingentes esfuerzos que hacen para practicar lo más parecido a una democracia directa, no cerrando el canal de comunicación con ningún vecino o vecina, les resulta muy difícil lograr su participación. Las organizaciones y uniones vecinales prácticamente no existen. Prevalece el individualismo. Pareciera que el discurso de Fukuyama sobre el fin de la historia se convierte hoy en realidad: “el otro es mi enemigo”. “Y el otro es mi enemigo no solo porque me va a asaltar, sino porque me disputa recursos. En una sociedad que se va empobreciendo, el otro es una amenaza” (7). 
Todo esto no es nuevo, sino un concepto básico utilizado por gobiernos autoritarios, al buscar un enemigo, producir miedo, estimular odio y utilizar todo recurso que lo ponga fuera de acción. En cada individuo, esas creencias terminan volviéndose más importantes que su propia supervivencia.  El disciplinamiento de la sociedad viene acompañado de la hegemonía de los medios de comunicación, el manejo de las redes mediante cientos de trolls contratados por el estado, la difusión de fake news y de common sense news, y fundamentalmente  tomando de la misma sociedad las voluntades, creencias, ideas, que se despegan casi totalmente de las de generaciones anteriores.
¿Cómo revertir ese sentido común que anestesia a gran parte de la población? ¿Cómo desnudar el cinismo de un gobierno que no solo miente sino que instala la creencia de que las cosas son como ellos las proponen y deciden? Tarea extremamente difícil, que tiene que ver con cosas de la vida cotidiana.  Sostiene Álvaro García Linera, vicepresidente de Bolivia: “La política es una lucha por la conducción del sentido común, (…) si los gobiernos no hacen un esfuerzo planificado para transformar y revolucionar ininterrumpidamente las pautas del sentido común establecido, nos encontramos ante un fenómeno repetido: ¿por qué los compañeros que salieron de la pobreza votan en contra de los gobiernos progresistas que los beneficiaron?” (…)  Se trata de sedimentar nuevo orden moral, lógico y procedimental en la educación, en los medios de comunicación, en la vida cotidiana, en la vida familiar, en la vida barrial… (8). O sea, en todos los rincones, para llegar a la subjetividad de las personas.
Desde el llano, donde estamos nosotros, miramos hacia las luchas de los movimientos sociales. Allí, los proyectos personales se integran en lo colectivo, se da una reflexión anclada en otras emocionalidades y se busca revertir la manipulación de la comunicación hegemónica.
Experiencias de lucha y resistencia
Nuestro rechazo a las formas que ha ido tomando la democracia representativa nos mueve a querer alcanzar formas de democracia más participativa, deliberativa, que tenga alguna incidencia en las decisiones.  Las experiencias de las organizaciones sociales nos muestran que la participación en proyectos colectivos permite crecer en los conocimientos y en las soluciones de las contradicciones personales y sociales. Las personas se apropian de un proyecto, lo discuten, toman decisiones, y van adelante transformando su mirada y su sentido común.
Las organizaciones cooperativas de antaño, estaban basadas en valores de solidaridad y de bien común, tenían un claro sentido comunitario social. Hoy, los movimientos sociales y de economía popular, aún dependiendo de subsidios estatales y entrando en el modo de comercialización del sistema, generan nuevas prácticas de participación horizontal para resolver los problemas en el día a día, sin hacer proyectos de largo alcance ni en el tiempo ni en lo ideológico.
Por su parte, el movimiento de mujeres asombra por su masividad, su cuestionamiento de todo, hasta por su nuevo lenguaje.  En su gran diversidad, el feminismo contiene grupos anticapitalistas que colocan la reproducción social en el mismo nivel laboral que la producción económica: la reproducción social incluye toda una gama de servicios realizados por las mujeres, no tenidos en cuenta por el capitalismo en el proceso económico, como la crianza y educación de niñas y niños, el trabajo doméstico, el cuidado de enfermos y ancianos.  El movimiento reivindica la sororidad, esa relación de hermandad-solidaridad entre mujeres a fin de crear redes de apoyo que empujen transformaciones sociales para lograr la igualdad.  Aunque no se dé naturalmente, la cultura de amplitud, horizontalidad y democracia interna del feminismo argentino, muestra un rumbo a seguir.
Otro ejemplo es el movimiento de Derechos Humanos, que se inicia reaccionando contra la dictadura. La ferocidad de ese poder hizo emerger a las Madres de Plaza de Mayo, cada una comprometida con todos los jóvenes desaparecidos en lo que terminó por convertirse en una lucha política cuyos pilares son la memoria social, la verdad y la justicia. En su infatigable batalla, todos los Organismos de Derechos Humanos han encontrado como una forma de trascender en el tiempo, quedarse y eternizar las miles de vidas segadas. Su persistencia y en definitiva los juicios por delitos de Lesa Humanidad que se suceden desde 2007, generan e instalan una nueva conciencia. Es decir, un nuevo sentido común, el “buen sentido” gramsciano.   Muy recientemente, la aparición pública de hijos y familiares de genocidas, con su coraje para tomar distancia de los padres y su organización en colectivo de repudio al accionar genocida (Historias Desobedientes), constituye un hecho histórico-cultural mayor, cuyas consecuencias no podemos dimensionar aún.
Podríamos mencionar tantos otros movimientos de lucha y resistencia…, pero lo que nos interesa de estas experiencias es que marcan senderos donde se alienta el aprendizaje mutuo y el tejido de lazos de solidaridad, donde la reflexión colectiva permite a las personas pensarse en un contexto que integra los proyectos personales en lo colectivo, donde el individuo se trasciende para acercarse a otras voluntades y actuar en conjunto.
Conclusión provisoria
Hoy, en varios países y regiones del planeta, las derechas autoritarias están ganando elecciones. Desde el final de la guerra fría, las democracias ya no se quiebran por un golpe militar, sino mediante el lento y progresivo debilitamiento de las instituciones y libertades esenciales, por obra de los autócratas electos.  Sin olvidar algo esencial que no hemos desarrollado aquí: “No hay verdadera democracia mientras haya niños con hambre”, como decía Osvaldo Bayer.
En esta etapa preelectoral en Argentina, donde llueven mentiras y promesas, y pareciera que los candidatos son impolutos, nos preguntamos: ¿qué garantías tenemos los votantes de que cumplirán lo prometido en campaña, una vez que asuman la gestión? ¿Cómo establecer una exigencia para hacer cumplir con lo prometido? Nuestra Constitución no reconoce la revocatoria de mandatos; sería necesario crear una obligatoriedad legal para evitar nuevas defraudaciones o estafas. Esa creación debería ser colectiva para llevarla adelante activamente.
Creemos fundamental este ejercicio de cuestionar la democracia que vivimos. Con el objeto de poner lo esencial de lo expuesto en debate, organizaremos un Taller sobre la democracia para buscar caminos de construcción alternativa, aunque sean parciales y transitorios.


NOTAS
1  Michel Crozier, Samuel P. Huntington, Joji Watanuki. The Crisis of Democracy. Report on the Governability of Democracies to the Trilateral Commission, December 1975.
2  La democracia y el desarrollo del Estado, según Vladímir Putin - 6 febrero 2012  https://actualidad.rt.com/actualidad/view/38807-La-democracia-y-desarrollo-del-Estado%2C-seg%C3%BAn-Vlad%C3%ADmir-Putin
3  Jean-Paul Sartre. Las elecciones: una trampa para bobos”, Contrahistorias, n° 14, marzo-agosto 2010. Título original: “Élections, piège à cons », Les Temps modernes, janvier 1973.
 4 http://foropensarhorizontes.blogspot.com/ Decreto 27/2018 -Desregulación de la economía y maniobra antidemocrática
5  Saúl Feldman. “El gobierno de Macri convirtió al cinismo en una forma de gestión”. Tiempo Argentino,  2 de Junio de 2019. 
7  Charla ofrecida por Radio Cuyum - 27/4/2019  http://foropensarhorizontes.blogspot.com/
8  Álvaro García Linera. "La política es una lucha por la conducción del sentido común". Tiempo Argentino, 20 de noviembre de 2018.  Entrevista: “El mundo de hoy no tiene norte ni horizonte”, noviembre 2018 http://revistacitrica.com/el-mundo-de-hoy-no-tiene-norte-ni-horizonte.html