"Los dolores que nos quedan son las libertades que nos faltan",
decía una frase del manifiesto liminar de la Reforma Universitaria, un 21/06/1918. Los reformistas afirmaban que la estructura universitaria era un "régimen anacrónico, regido por el derecho divino, autoritario y baluarte de absurda tiranía que servía para proteger la falsa dignidad y la falsa competencia". Frente a esas características retrógradas un inmenso estallido estudiantil produjo un gran cambio en la estructura de nuestra primera universidad, 1622 por los jesuitas en la provincia del Cordobazo.