EL CARNAVAL

El carnaval es una de las fiestas populares de mayor tradición en la historia de la humanidad. Su celebración tiene su origen probable en los rituales paganos a Baco, el dios del vino; en los festines que se realizaban en honor al buey Apis en Egipto; o en las "saturnalias" romanas, en honor al dios Saturno.

Con el paso del tiempo, el carnaval fue adoptado por los pueblos que poseen tradición cristiana, precediendo a la cuaresma. El término carnaval proviene del latín medieval carnelevarium ("quitar la carne") refiriéndose a la prohibición religiosa de consumir carne en esos días.

Hoy, es una celebración popular, alejándose de su significado religioso.


En la España de la época colonial, durante el reinado de los Reyes Católicos, ya era costumbre disfrazarse en determinados días con el fin de realizar bromas en los lugares públicos, hasta que en 1523 el rey Carlos I dictó una ley prohibiendo las máscaras .

Con el correr de los años, el carnaval fue adoptando estilos diferentes según cada país. En América incorporó elementos originarios y hasta alcanzó ribetes místicos precolombinos.

Son muy famosos por ejemplo, el Carnaval de Río de Janeiro en Brasil, el de Oruro en Bolivia, el de Venecia en Italia, o el de Gualeguaychú en nuestro país, se encargan de trasmitir los estadios de felicidad que los caracterizan, haciendo que participantes y espectadores se contagien con el audaz ritmo de las "batucadas", disfrutando de un espectáculo lleno de brillo, luz y sonido sin precedentes.

El carnaval fue introducido en Buenos Aires por los españoles.

El festejo también ocupaba el espacio público. Los bailes y los juegos con agua inundaban las calles.  Desde los balcones llovían fuentones, huevos ahuecados rellenos con agua, baldes de agua de lavanda para mojar a los amigos y de agua con sal para los enemigos.

El desenfreno y el bullicio que se generaban durante esos días no eran más que “costumbres bárbaras” para las clases altas, las cuales se oponían fervientemente al festejo del carnaval. En la época del Virrey Vertiz, entre 1770 y 1784, los bailes se limitaron a lugares cerrados y el toque de tambor, sello identitario de la importante población africana que habitaba Buenos Aires, era castigado con azotes y hasta un mes de cárcel.

Durante la primera y segunda gobernación de Juan Manuel de Rosas -entre 1829 y 1852- por decreto, se censuró, se castigó y se prohibió dicho festejo hasta 1854, año en que el gobierno de Buenos Aires autorizó la realización de bailes de máscaras y juegos de agua.

 

Sarmiento, durante su presidencia, en 1869 promovió el primer corso oficial de la ciudad de Buenos Aires. Participaba activamente de estos festejos junto a las murgas y comparsas, compuestas principalmente por afrodescendientes, que eran una de las mayores atracciones. También lo eran la elaboración de disfraces y máscaras que intentaban igualar, sin distinción, a todos los participantes.

Los afroargentinos del tronco colonial experimentaban el carnaval como un ámbito más donde compartir su música. Los toques, las danzas y cantos formaban parte de su vida cotidiana, con una significación profunda. Los blancos, en cambio, eran quienes vivían el carnaval a la usanza del viejo continente, donde se lo concebía como un espacio acotado para la liberación de las normas opresivas, donde la alegría, la burla y el desenfreno estaban permitidos.

En el siglo XX la influencia de los inmigrantes italianos y españoles fue resignificando el carnaval, introduciendo ritmos, danzas y vestimentas propias de sus lugares natales. De a poco, se produjo el pasaje de las comparsas de candombe a las murgas, que comenzaron a bailar y tocar en los corsos. La migración a Buenos Aires de mediados de siglo, proveniente de las provincias argentinas y de los países limítrofes, generó un fuerte impulso a las murgas porteñas.

A partir de 1976, durante la dictadura civico-militar-eclesiastica, se eliminó al carnaval del calendario oficial de festejos y se detuvieron sus manifestaciones callejeras, lo cual provocó una invisibilización en el ámbito público.

En 1983, a pesar de que sólo habían sobrevivido una decena de murgas, el fenómeno carnavalesco continuó con mucha fuerza en los barrios y volvió a ganar el espacio público hasta que, en 2010, se restituyeron oficialmente los feriados nacionales del lunes y martes de carnaval.

Bueno, hasta aquí, la historia

Pero, lo más importante: Esta es una fiesta especial

Donde todos participamos

Siempre fue una fiesta desafiante del orden establecido

Una fiesta que produce la cultura no esperada por los que mandan y por eso tantas veces prohibida

Los disfraces, la idea del anonimato de los disfraces como forma de borrar, por un instante, la desigualdad de las clases sociales.

Es una fiesta que se mantiene en sus raíces y es y produce, esencialmente, comunidad

Una fiesta que no se transforma en un gran negocio, evento o espectáculo.

Vivimos una época en que la supervivencia es todo para cada uno de nosotros. Desviarse de ese condicionamiento es volver a la vida.

De este tipo de fiestas surge un nuevo nosotros

¡Viva la fiesta! ¡Viva la vida!

Alejandro Dolz